Altos acantilados de roca caliza se alzan junto al intenso azul del mar que baña esta parte del Mediterráneo, donde la vegetación se aferra a los pequeños islotes moldeados por los vientos de l´Empordà, y las aguas del río Ter aportan los nutrientes necesarios para que la naturaleza siga su curso.
Todos estos elementos se combinan entre sí creando un espacio natural difícilmente superable. Las cenizas se diseminarán en este paraje tan emblemático, para volver a formar parte de la naturaleza.